"Con algún trabajillo, alguna chapucilla, lo consiguen y compran el pasaporte. Lo que hacen las embajadas y los consulados es una vergüenza mundial. Son una de las mayores mafias. Las tasas y los requisitos son subjetivos y carisimos. Muchos países no otorgan pasaporte fuera del territorio, por lo que deben untar a la gente en origen. Están legitimando el soborno. Una vez que logras la odisea del pasaporte, con el que podrías acceder al empadronamiento, debes subsistir tres años para que te den el permiso. Que suele ser de más de tres años. Tienes que demostrar una estancia continuada de tres años con documentación, lo que suele ser imposible. Además de este periodo y de estos documentos imposibles, llega lo peor : un contrato de trabajo por un año con jornada completa. Yo en toda mi vida no tuve uno así."
El gran trabajo sumergido es el trabajo doméstico : limpiar casas, y cuidar niños y ancianos, aunque el ideario social prefiere a los latinoamericanos. También trabajan en la construcción, hostelería, carga y descarga, la venta en la calle. La mayoría son senegaleses y saben que se van a dedicar a la venta ambulante. El emigrado económico habla de la inseguridad en su país, pero incluso el que escapa de fenómenos tan graves como la guerra sigue afligido por la realidad cotidiana de si mañana podrán comer sus hijos o si podrá mandarlos al colegio. Por lo general, todo el mundo prefiere estar en su casa o lo más cerca posible de su casa. "También se van por las sequías y problemas climáticos. Por ejemplo en Guinea se han echado a perder muchos campos de cultivo. La gente se ve obligada a irse."
Extracto de :
Clandestinos - Martin Aldalur
HUMOR EN VERDE :
No podemos ajustarnos los cinturones y bajarnos los pantalones al mismo tiempo.
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